"Wal-Mart y sus críticas, acá y allá"
(July 2009)
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Sábado 16 de Mayo. Una manifestación frente al Wal-Mart de Paraná.

El hipermercado ya tiene una historia en la ciudad, enlazada con la muerte de tres personas en el verano de 2001, cuando una multitud pedía comida para sobrevivir . Y también, para algunos, la razón por la cual se cambió el sentido de la calle Laprida, que en vez de traer gente al centro, ahora la lleva afuera de la ciudad.

Hay gomas quemadas en las entradas del estacionamiento. Hay ruido –tambores y fuegos artificiales y un megáfono–. Hay gente –miembros del Sindicato de Empleados de Comercio de Paraná (SEC), y otros entrando al supermarcado para ir de compras–. Y hay mensajes –los carteles del sindicato, las banderas de la nación y la provincia, y los carteles de Wal-Mart–.

Y hay un reclamo: que la firma no respeta la ley de trabajo, en cuanto a tiempo parcial. Ley 26.474, promulgada en enero de 2009, que dice que el trabajo a tiempo parcial tiene que ser “inferiores a las dos terceras (2/3) partes de la jornada habitual.”

La ley sigue: “Si la jornada pactada supera esa proporción, el empleador deberá abonar la remuneración correspondiente a un trabajador de jornada completa.”

Las dos terceras partes de las 48 horas semanales serían 32. El secretario general del SEC, Daniel Ruberto, dijo a Canal 11 que había empleados trabajando 36 horas, sin compensación para la jornada completa.

“Esto es lo que reclaman los trabajadores, que se les paguen 48 horas semanales o se les reduzcan a 32. Hay más de 150 trabajadores en forma ilegal, que reclaman por la regularización de su situación”, enunció Ruberto.

Se distribuyen hojas de papel que explican el problema: “Sres. Empleadores: El 20% de aumento pautado en abril 2008, ya fue superado por la inflación; nuestro salario no cubre la canasta básica.” Exigen también pago por asistencia y puntualidad de $300 y un descuento del 20% en la canasta básica. Y, más que nada, quieren “Nuestra dignidad de trabajadores.”

Todos entran al estacionamiento y dan vueltas en la entrada, gritando, tirando volantes, reclamando. La manifestación termina, todos se juntan, se despiden, y se van. Solamente quedan las hojas de papel, corriendo en el suelo, por el viento, como hojarasca. Y queda también el eco de un reclamo, dicho, hecho, esperando una respuesta.



Wal-Mart es la segunda más grande empresa del mundo, detrás de ExxonMobil. Sus ingresos para 2008 fueron más que 400 mil millones de dolares . Tiene más de dos millones de empleados, o “asociados”, como se los llama. Su presencia fuera de los EEUU alcanza hasta México, el Reino Unido, Japón, Argentina, Brasil, Canadá, y China.

Sus raices son humildes. Fue originalmente nada más que una única tienda que se llamaba “Walton’s Five and Dime”. Estuvo en la ciudad de Bentonville, en el estado de Arkansas en el sur de los EEUU.

En 1962, el dueño, Sam Walton, abrió el primer Wal-Mart. A los cinco años había 24 tiendas con ingresos de 12 millones de dolares. Después de un crecimiento rápido, por 1987, ya había casi 1200 supermercados, generando ingresos de 12 mil millones de dolares, empleando 200.000 trabajadores. La entrada a otros paises comenzó en 1995, con los primeros supermercados en Sudamérica, en Brasil y aquí en Argentina.

Hoy en día, es más que una mera empresa, es una institución. Tiene más riqueza e influencia y actividad económica que la mayoría de países. Por ejemplo, su comercio con China es más grande que el de paises como Rusia o Canadá.

En México, es el empleador más grande, con más que 100,000 empleados , sus ingresos superan los del turismo nacional.

Su filosofía básica es ofrecer precios bajos. Pero esta misión ha generado un montón de críticas por sus políticas antisindicales, la destrucción de empresas pequeñas y comunidades, y las malas condiciones de trabajo –que incluyen la discriminación contra mujeres, el empleo de imigrantes ilegales, salarios bajos, y la falta de seguros de salud–.

Quienes defienden esta empresa se basan en que los precios bajos ofrecen una oportunidad a mucha gente para comprar cosas que normalmente serían inalcanzables. Pero la resistencia sigue, y adquiere formas distintas, a veces muy creativas y alternativas.



Sábado 23 de Mayo. Otra manifestación. Otra vez, las banderas de Argentina y Entre Ríos, los miembros del SEC, un círculo de tambores tocando los ritmos folclóricos. Un hombre enciende los fuegos artificiales a cada minuto, con su cigarrillo. Más volantes enunciando los reclamos.

En un momento llega un auto a la entrada del aparcamiento. Un hombre robusto sale, grita a un manifestante. Los dos comienzan a pelear. Los otros acuden a separarlos. Uno de los miembros del sindicato y empleado de Coto, Gabriel Muñoz ayuda a parar la violencia. Sugiere él que no fue una coincidencia, ese conflicto.

Después de un par de horas, a mediodía, salen los manifestantes. Bajan los carteles y las banderas. Se han disparado todos los fuegos artificiales. Tiran el resto de los volantes.

Un sábado después, 30 de Mayo, se juntan otra vez para manifestar. Es un día frío y feo. Después de unas horas de hacer los reclamos, se van dejando en el estacionamiento las hojas de papel impresas, y unos montones todavía quemando.

Y, todavía, esperan una respuesta.



Si Wal-Mart es una institución mundial, su resistencia y su crítica también debe serlo. Por eso sirve conocer las respuestas de otros lugares a “Los precios bajos”.

En los Estados Unidos han surgido críticas contra Wal-Mart desde diversas fuentes –organizaciones religiosas, medioambientalistas, y comunitarias–. Algunos sindicatos han creado organizaciones y páginas Web.

Y han surgido también unas obras únicas y, muchas veces, artísticas.

En 2001, la periodista Barbara Ehrenreich trabajó bajo un seudónimo como moza, limpiadora y, por fin, como una empleada de Wal-Mart. Viajó por el país, viviendo solamente con la plata que ganaba de estos trabajos. Quería conocer la vida de alguien que necesista trabajar y sobrevivir de esta manera, sin los recursos de ahorros o formación profesional. Cuenta estas experiencias en un libro que se llama Nickel and Dimed.

En una escena, mientras trabaja en Wal-Mart, habla de que los empleados deben nuclearse en un sindicato. Comienza hablando con los otros trabajadores “Casi todos quieren mucho hablar conmigo y, de repente, estoy la caja para reclamos. A nadie se paga para horas extras en Wal-Mart, me dicen, aunque hay presión para trabajarlas. …hay mucha frustración sobre los horarios, especialmente en el caso de una mujer evangélica a quien no le dan los domingos libres, a pesar de sus reiteradas quejas”. Agrega que “siempre hay bronca contra los directores: el que siempre hace llorar a los nuevos empleados, o el que toma una regla y echa todo al suelo de los cosas que no considera bien arregladas”.

La experiencia de Ehrenreich en Wal-Mart es dura, aburrida, y alienadora. No gana bastante plata para alquilar un departamento. Solamente le queda lo suficiente para consumir la comida rápida.

En 2005, el director Robert Greenwald hizo un documental crítico que se llama Wal-Mart: El Alto Gasto de los Precios Bajos.

En una reseña de la película, David Denby dice, “[La película] es una herramienta de organizar, una obra para utilizar. Greenwald está planeando mostrarla a grupos religiosos y en reuniones comunitarias y para venderla como un video de poco precio.”

Denby sigue, “Mucho de la película pasa rápidamente, pero no voy a olvidar una mujer joven, que vive bajo la línea de pobreza, quien dice sin énfasis que trabaja en Wal-Mart, recibe su pago, y después va de compras a Wal-Mart. Puede ser que tenga otras opciones, pero ha dejado de tomarlas”. Afirma que “aunque no sea perfecta, la película sugiere con fuerza que Wal-Mart puede desmoralizar una comunidad hasta el punto que no tenga el espíritu para seguir su vida fuera de la “caja grande.”

Y, más distinta, es la respuesta alta y loca de “Pastor Billy” .

Pastor Billy, cuyo nombre actual es Bill Talen, es un artista de Nueva York. Con un coro vestido en ropa larga, entra en Wal-Mart para atraer masas al estilo evangélico. Pero en vez de rezar a Dios, grita contra el consumismo. Exorciza los demonios de las cajas, de las tarjetas de crédito. El grupo canta y baila para protestar contra las multinacionales, la destrucción del medio ambiente y de las comunidades, y contra la guerra. Y cantan por la justicia y la cultura local.

Su grupo se llama La Iglesia de la Vida Después de Comprar.

Dijo Pastor Billy en una entrevista con la BBC de Inglaterra que “la gente entiende ahora después de la crisis de los mercados, que cuando das un dólar a un hipermercado esa plata no vuelve a tu comunidad.

Dice Pastor Billy “El 50% sale, y va a esos jugadores arriba en los rascacielos, en las nubes, con sus miles de millones de dolares. Sale para hacer cosas que no son buenas para la tierra. Nos gusta gastar plata en nuestra comunidad local donde vemos la energía volver a nosotros.”



Martes 2 de junio. Hay seis personas despedidas de Wal-Mart, incluyendo una mujer embarazada.

Los manifestantes vuelven, con fuerza, y cierran el estacionamiento. No permiten ingresar los autos, solamente la gente que anda a pie.

Hay fogatas, humo negro por el aire, y gomas quemadas por todas las entradas. A cada minuto estallan los fuegos artificiales.

Está el jefe de la policía y también el secretario general del SEC, quien dijo que los despidos fueron una represalia al reclamo. Unos días después Wal-Mart diría que despidió por razones de bajo desempeño.

Los despedidos están en la muchedumbre, abrazando y hablando con todos. Hay otros que no saben si ellos serán también despedidos en los días que vienen. Hablan de que hay una lista que tiene el hipermercado con nombres para despedir.

Muñoz dice que Wal-Mart “quiere instalar una imagen de sí mismo”, pero el esfuerzo de la manifestación es “remontar otra imagen”. Utilizar la marca de Wal-Mart en sus reclamos para ponerla en otro contexto, para darla otra significación. Para hacernos pensar que cuando dice su propaganda “Ahorra dinero y viví mejor”, debemos preguntar ¿qué vida mejor? ¿Qué ahorramos y que perdimos?

Pasan los autos que no pueden entrar. Pasan los colectivos, llenos de personas que miran la escena con las caras sorprendidas.

Anochece. Está fresco. Llega una parrilla para asar el choripan y sostener a los manifestantes para las horas que vienen. No van a salir, ya. Van a asegurar que Wal-Mart ha perdido este día.



Después del cierre, la Dirección Provincial de Trabajo dictó una conciliación obligatoria entre Wal-Mart y el SEC. Debió retrotraer la situación hasta su estado antes de los despidos, para reincorporar los trabajadores.

La audiencia tuvo lugar el miércoles 10 de junio. El sindicato exigió la reincorporación de los despedidos o en caso que ellos no quisieran volver a trabajar allí recibir los rubros indemnizatorios. Pero, pasó a cuarto intermedio por no haber llegado a un acuerdo. Y hasta el momento de escribir este artículo, se había decidido un nuevo encuentro para el miércoles 17 de junio.

Y, todavía, esperan para ver que pasará, que deben hacer. Y nosotros también. Todos los que nos afecta Wal-Mart. Esperamos para ver que nos está pasando, y que debemos hacer.


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