"Retratos de la cultura estadounidense actual:
Música – Girl Talk"

(December 2009)

Salta de Michael Jackson hasta Radiohead, de 50 Cent hasta Queen...Bajo de todo hay un ritmo rápido. Es una mezcla que sigue y sigue, por horas así.

Girl Talk – el pseudónomo de Gregg Gillis – es un DJ de “mashup”, un estilo que mezcla trozos y fragmentos y partes de otras canciones bien conocidas para crear nuevas composiciones.

Nacido en 1981, Gillis dejó de ser un bioingeniero para seguir su carrera como DJ.

Ha publicado cuatro discos hasta hoy, todos compuestos por fragmentos de otras canciones de pop muy famosas, y todo ilegal, sin permiso.

Pero lo que hace Gillis es publicar sus albums en Internet, permitiendo a cualquier persona descargarlos gratis. Gana plata “tocando” sus discos en vivo.

Gillis no es el único DJ de mashup, ni, según muchos, el mejor. Pero es el más éxitoso actualmente.

La idea es una evolución de la música dub que comenzó en Jamaica en los 70, cuando había DJs remezclando partes de la música reggae y creando nuevas cosas para escuchar en los boliches. Ellos utilizaban los casetes. Gillis y los otros utilizan las nuevas tecnologías digitales, pero la idea es la misma.

Sus conciertos se han vuelto un fenómeno social: fiestas de jóvenes en que muchos van disfrazados y todos danzan, hasta una muchedumbre que Gillis permite subir al escenario, agarrándolo y moviéndolo mientras toca los temas. Normalmente Gillis se desnuda (hasta los calzoncillos) durante los conciertos.

Su último disco – “Feed the Animals” – salió en 2008. Es un poco más que sólo una mezcla para moverse. Sí, no hay pausas entre las canciones y es típico escucharlo en fiestas por todos lados Pero Gillis, en mezclar temas de distintos géneros – como rock, rap, y hiphop – revela algo más grande que las canciones en sí.

Superpone las letras de una canción del rap gangster – letras crudas sobre el sexo, sobre la mujer como algo para comprar – junto con letras de una canción de rock con letras dulces y simples sobre el amor joven y honesto.

Es algo casi psicoanalítico: un discurso bipolar de la cultura pop de los últimos cuarenta años – la violencia y el abuso en un segundo, el amor y el cariño en otro. Y no se puede decir cual es la verdad de cada canción, cuál es el fondo y cuál el superficie.

Es un collage que no se puede deconstruir. Pero un collage, de todos modos, muy genial para moverse y danzar por horas y horas.

Muestra, también, que no tenemos que ser tan pásivos a la inundación de cultura y mensajes en estos tiempos. Que podemos remezclarlos, reinterpretarlos, y crear algo nuevo. Y también, por qué no, algo para disfrutar de todo el ruido de la actualidad.



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